viernes, 8 de julio de 2011

BAILES CHILENOS


"Pueblo que danza no muere", dice el refrán oriental. Y en efecto, la danza es una necesidad vital y una de las expresiones comunes al ser humano desde tiempos remotos.

Desde un comienzo los bailes sirvieron para agradecer los favores recibidos y para rendir culto, bailes como los de La Tirana, en el Norte de Chile, sirven para pagar mandas y rendir culto a la virgen. O la minga chilota, recreación después de una jornada de trabajo comunitario, como después de una cosecha o construcción de una casa.

Otros sirven para festejar eventos familiares, como bautizos o casamientos, y para acompañar la partida de un ser querido, como el baile por el "angelito", el niño pequeño que muere.

Al hablar de folclor chileno se hace imprescindible resaltar el valor de nuestros bailes populares, como manifestaciones espontáneas de los sentimientos criollos frente a la vida.

Desde el siglo XIX, en Chile se hicieron populares las danzas españolas, como seguidillas y fandangos, las que criollizadas, pasaron al pueblo, especialmente en los medios campesinos. Estos son los que constituyen los "bailes de tierra", nombre dado para distinguirlos de los bailes de salón, como las contradanzas y el minué.

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